
Publicado
por Jorge Giles
Una imagen: la inauguración en 1978
de Papel Prensa.
El dictador sonríe
como una hiena, facilitando un lugar privilegiado a la viuda de Noble. Sonríe
el dictador, sonríe Ernestina Herrera, sonríe el último de los Mitre, sonríe la
dictadura cívico militar.
La dignidad de
Lidia Papaleo lloraba en un calabozo.
Fue cuando clavaron
la pica sobre la espalda del pueblo, levantaron sus copas y brindaron por la
muerte.
¿Por qué otra cosa
podían brindar los genocidas?
A más de tres
décadas de aquella tenebrosa imagen, el dictador reaparece por los medios. Y
pronuncia mil palabras.
Su respeto a la
iglesia. Su reconocimiento a las leyes del perdón y al indulto.
Su desprecio a los
Kirchner.
Los hijos de sus
asesinados y desaparecidos le responden: “Nuestra única venganza es ser
felices”.
El monopolio que
Videla ayudó a construir, está vivito pero coleando.
Resiste a la
memoria. Combate contra la voluntad popular y contra el gobierno de la
democracia. Sabe que tiene los días contados, pero no se rinde.
Se creen todavía
los dueños del poder absoluto. Apuestan a la soja y al arroz.
Aranda, uno de los
socios de Clarín, se empeña en matar el arroyo Ayuí.
De ahí a matar el
río Uruguay, hay sólo un paso.
Y de eso no se
habla.
Hay que hablar sólo
de las minas a cielo abierto. Allí no tienen dividendos.
No hay problema: en
la Argentina se discute todo desde el 2003.
Pero no desde el
poder económico, sino desde los intereses del pueblo y la nación.
Es la diferencia
con esa seudo izquierda siempre dispuesta a dormir con el enemigo.
Y allá va la
combativa estudiantina a batir el parche del “ajuste”, de la “represión”, de la
“depredación”.
Usan las mismas
palabras que pronuncia en estos días el monopolio que nació con Videla, Massera
y Martínez de Hoz.
No tributan a la
Cuarta Internacional, ni a la Quinta, ni a la Décima.
Tributan a
Magnetto.
De este lado de la
vida, el kirchnerismo se construye a sí mismo día a día.
No tiene recetas,
pero sí hoja de ruta.
Acierta y se
equivoca porque hace cosas a favor del pueblo.
Este gobierno le
pone el cascabel al gato en el momento preciso.
Ni un minuto antes
ni un minuto después.
¿Lo quieren correr
por “izquierda” con Videla?
¿O pusieron las
barbas en remojo?: La AFIP multó a Monsanto y a YPF. Y la Presidenta se
enfrenta al colonialismo inglés con el mismo coraje que tuvo Néstor Kirchner
frente a George Bush y el ALCA.
En fin.
El dictador habló y
al hacerlo, hizo añicos la campaña de la “falta de libertad de expresión”. Hoy
hablan hasta los genocidas.
Con una aclaración:
en esta nueva Argentina ya no hay lugar para ellos. Porque no hay “Clarín” ni
“La Nación” que los legitime.
Se quedaron solos.
Por eso ladran.
El Argentino,
jueves 16 de febrero de 2012
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