miércoles, 27 de octubre de 2010

Cristina, Estamos Con Vos


Por MP

Se ha muerto el compañero Néstor Kirchner.
Es una pérdida demasiado costosa para nuestra Patria. En honor a él, por su pasión y su convicción, seguiremos la pelea hasta el final.
Pelearemos y venceremos.
Señora Presidenta, somos sus soldados. Ordene que nosotros obedecemos.
El Proyecto Nacional no morirá mientras quede uno sólo, al menos, de nosotros, para seguir la lucha.
Ha caído un gran compañero. Nuestro duelo es infinito.
Cristina, estamos con vos. Hasta el final.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Los Que Festejan


 Por Eduardo Aliverti

Antes que nada, vaya el homenaje a la lección dejada por los mineros chilenos, la sanción del 82 por ciento móvil, el nuevo desempate de Don Cleto y también el exabrupto del ministro de Economía sobre cámaras de gas y periodistas. Gracias a ellos, la inseguridad desapareció en la Argentina durante toda la semana. De golpe. De un solo saque. Un verdadero milagro que revela lo cerca que puede estarse de soluciones mágicas para los grandes dramas nacionales, sin que nos demos cuenta.
En segundo lugar, habrá que insistir con algunos señalamientos de analfabetismo no ya de economía, sino de elementalidad analítica, directamente, a estar por lo que volvió a escucharse sobre “la plata de los jubilados”. Esa sola preposición implica una demagogia barata, cínica, que puede comprenderse desde bolsillos flacos y bronca consecuente, pero no a partir de sujetos (periodistas, legisladores, economistas) con la obligación profesional de registrar cómo funciona cualquier sistema jubilatorio, por lo menos de este mundo. El periodista siente un cierto pudor por aparecer tan repetitivo, pero no encuentra más salida que la insistencia con aspectos básicos, de una obviedad casi obscena, frente al machacar de barbaridades que a su vez se amplificaron con las justificaciones del proyecto sancionado por la Cámara alta.
La única garantía para los fondos previsionales es la buena salud económica, porque no hay otra forma de sostener los pagos y es esa buena salud, precisamente, la que entre otras cosas permitió incorporar al sistema a alrededor de 2.400.000 personas que jamás habrían accedido a los beneficios debido a sus carencias de años aportados. Y a futuro, es el reforzamiento de la cantidad de empleados activos, cuyos aportes vayan a solventar el esquema, una de las llaves para asegurar la plata no de sino para los jubilados que habrán de ser.
¿Qué es un descuento jubilatorio que no sea un salario diferido? Nada. Es una entelequia. No hay una cuenta en la que esa deducción se deposite y congele. Hay la movilidad de esos aportes, en inversiones diversas, para que la economía se dinamice y los fondos estén. Sin embargo, bien que el problema es universal gracias al aumento en las expectativas de vida, la retracción de la natalidad y la precariedad laboral que trajo consigo la ola liberal de los ’90, en la Argentina –visto en números de escala– hay casi tantos jubilados como trabajadores aportantes. La relación es 1 a 1,4. Son algunas consultoras del propio establishment, como la de Carlos Melconian, las que establecen que para pagar el 82 por ciento con fondos genuinos se necesitarían tres aportantes más por cada jubilado. ¿Quién puede imaginar que eso pudiera acercarse paulatinamente, si es que acaso se deja lugar a la fantasía, como no fuere a través de la fortaleza de la economía? ¿Qué otra manera hay de soñar con más trabajadores aportantes? ¿Y quién si no el Estado puede diseñar las políticas activas que marchen hacia allí? Los caraduras que hoy se preguntan por el desvío de los fondos jubilatorios hacia inversiones que no tendrían que ver con su objetivo primigenio, ¿qué se preguntaban cuando la plata de los futuros jubilados era timbeada por las AFJP?
Al citar esto último, claro, se deja cierto ABC del funcionamiento económico para meterse en la (in)moralidad política propiamente dicha. El Gobierno tiene lo suyo, por supuesto, porque se limita a decir que lo sancionado no se puede financiar. Pero no explica, como debe, que no es posible hacerlo por la ausencia de afectación a sectores de altísima capacidad tributaria. Cada vez que intentó avanzar o discutir en tal sentido, sin embargo, fueron esos sectores los que le saltaron a la yugular. Basta acordarse del choque por la 125, cuando poco menos le pararon el país. Si ya entonces tenían una rentabilidad galopante y pusieron al Gobierno contra las cuerdas, ¿Qué harían ante la creación de medidas enérgicas para financiar el aumento a los jubilados que tanto los conmueven? ¿Qué haría el grueso de la oposición que no haya hecho ya frente a las retenciones móviles para “el campo”? ¿Qué harían de distinto si se propusiese el incremento de los aportes patronales, o del impuesto a las Ganancias, que no haya ocurrido ya con la propuesta de distribuir renta empresaria con los trabajadores?
La lógica es un doble discurso de hierro: si no se toman medidas, exigen que se lo haga en nombre del palabrerío progre del oficialismo y le marcan la contradicción entre perorata y privilegiados que no se tocan; pero al menor atisbo en la dirección solicitada, el Gobierno es autoritario, chavista o cubano (ver sobre el tema la nota de Sol Torres Minoldo, socióloga, suplemento Cash, Página/12, domingo 26 de septiembre pasado).
Algunas crónicas y datos deliciosos del coloquio marplatense de IDEA, crema del empresariado local, dan testimonio de la hipocresía sin límites de estos facciosos. La mayoría de ellos, en voz alta u off the record, coincidió en que el aumento no se puede pagar, pero aplaudieron cuando se conoció el voto del Gardiner mendocino y hablaron de sabor a un tiempo que se termina. También a la par, una de las encuestas que se hace entre esos hombres de grandes negocios mostró que un 80 por ciento cree que la economía estará “igual o mejor” durante 2011. Y maldicen que la oposición no logre consensuar liderazgo político alguno. ¿Es explicable esta esquizofrenia? Por supuesto: aun en contra de sus propios intereses, siendo que les va entre bien y fantástico, no aguantan dejar de pensar en un modelo que a como sea les excite la insaciabilidad. Menem, en una sola e irrebatible palabra. Se los dijo en la cara uno de los invitados, el historiador económico Pablo Gerchunoff, al referirse al proyecto de participación de los trabajadores en las ganancias. “Si no quieren un populismo arcaico, también deben rechazar un capitalismo arcaico (...). La propia clase empresarial argentina debería proponer un proyecto de participación obrera en las ganancias (...), pasando a la ofensiva en materia de equilibrio social.” Podría decirse que les habló desde el propio palo, con el corazón y con el bolsillo. Pero ellos prefieren festejar su miserabilidad de ver perjudicado, eventualmente, el capital político de un gobierno que los encrespa antes por sus símbolos que por el perjuicio a sus intereses.
De igual modo, Cobos dijo que no tiene idea de cómo financiar lo que votó. Mauricio Macri, ante la pregunta puntual de qué haría él si fuese presidente, respondió que lo pensaría cuando lo sea. Y los que se conocen o autointitulan como centroizquierda no kirchnerista (pinosolanismo y algunos “socialistas”), que en parte y cuando el debate en Diputados tuvieron aunque sea la dignidad de preocuparse por mostrar fuentes de financiamiento, sí hablan de que los sectores del privilegio sufran más tributación pero, bueno, hay el pequeño problemita de con qué fuerza política se hace eso; y, por tanto, de cuál esquema de alianzas eligen...
Digamos entonces algo obvio ya bastante dicho, pero imposible de evitar porque es la madre de todos los borregos: a relevo de pruebas por confesión implícita de las partes opositoras, esto no se votó por sensibilidad hacia los jubilados, sino para joder a alguien que para el caso se llama Gobierno.
Los que más tienen, de tanto que esto no los jode, andan de fiesta

Compilado por Simón

viernes, 8 de octubre de 2010

Carta Abierta Al Sr. Jorge Lanata


Gabriela Aguar

Corrían los años 90 y la malintención menemista empezaba a vislumbrarse con la Ley del Indulto a los genocidas partícipes de la dictadura militar que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983.
Ella conocía todos los puntos importantes que debía considerar y por supuesto las críticas, a través de los editoriales y “jugosas” notas de Página/12.
Se indignaba al leer las palabras de ese periodista al que admiraba, y en aquel momento más que nada lo hacía porque él también se indignaba, así lo expresaba y… qué bien lo hacía.
Recortaba prolijamente todos los artículos que podía y los colocaba en una carpeta de esas negras, oficio, como de cartón, que había antes.
Muchas veces pensaba en lo que le generaba admiración hacia él. Era su estilo, lo que decía y cómo lo decía, su valentía, su ironía…
Un día decidió que, aún con el esfuerzo necesario –recuerden que eran las épocas de la flexibilización laboral a la que ella no logró escapar como tantos otros- compraría todos los días “el Página” y los coleccionaría “porque un día servirían, seguramente para dar testimonio del pasado”.
Porque había aprendido que valía la pena saber, aunque duela, aunque cueste.
Porque había aprendido a mirar críticamente las acciones del gobierno, a no creer ciegamente en nada.
Porque había aprendido que los argentinos no habíamos sido tan derechos ni tan humanos como había ella creído.
Se compró el “Nunca Más”. Y un mundo lleno de horror hirió su corazón para siempre pero no se arrepentía porque saber todo lo que había pasado en “los años de plomo” era lo que había que hacer para ser mejores argentinos, para que eso no vuelva a suceder.
Los años pasaron y ella eligió la docencia como carrera profesional. Y la Historia como eje principal de su enseñanza.
La influencia de personas como él fue, sin duda alguna, muy importante.
Enseñó a sus alumnos que “Los que no aprenden de la Historia están condenados a repetirla”.
Mantuvo la memoria en alto, bien en alto y, como un orgullo ella decía que, eso sería asimilado por sus cientos de alumnos.
En un momento dado, allá por el 2003, el periodista aludido publicó “Argentinos” (Tomos I y II) de lectura recomendada para Enseñanza Media y por supuesto, ella los compró. De allí obtendría material para sus clases.

Ya en la contratapa del Primer Tomo se leía:

Entendí que aquella historia que me habían enseñado, era una trampa: si me vendían la pelea como un asunto concluido, nunca me iba a involucrar en ella (…) Si me enseñaban una historia que ya había pasado, ¿con qué datos podría construir el presente?”

Recuerda que como frase inicial en un examen sobre Historia Argentina Contemporánea tomó la frase de Arturo Jauretche que aparece en Carta a los Lectores. Obra en construcción del Tomo I:

Interrogamos al pasado para obtener la respuesta del futuro, no para volver a él en melancólica contemplación o para restaurar formas abolidas, sino para que nos enseñe cuáles son los métodos con que se defrauda el presente e impedirlo.

Y una vez más volvió a pensar: Coherente, preciso y contundente, Jorge Lanata  es uno de esos seres imprescindibles para la Historia de un país (por aquello que decía Bertolt Brecht)
Será por todo esto que he narrado hasta aquí que hoy a esa persona, que soy yo, la invade una sensación de extrañeza y, por sobre todas las cosas, de decepción.
Hoy, cuando tenemos la libertad suficiente para decir a los cuatro vientos que defendemos nuestra memoria por sobre todas las cosas, él ha dicho “Basta”
Hoy, cuando se está en la búsqueda para el efectivo cumplimiento del castigo a los culpables de horror que él mismo ayudó a difundir, dice simplemente “Estoy harto”
Y me pregunto:
¿Lanata harto de la Dictadura?
No, no puede ser.
¿Lanata ingenuo?
No, tampoco.
Entonces ¿qué pasa? ¿qué está pasando?
Lanata dice que no entiende que la repetición de un multimedio como Clarín en sus múltiples brazos, absolutamente las 24 horas del día la misma noticia, tergiversada, maximizada o minimizada según la conveniencia, es repetición “a propósito”.
Lanata dice que repetición  “a propósito” es la de “seissieterrocho” y que además eso es sí es “Goebbels  puro”.
Lanata dice que el multimedios Clarín es “débil” y que la causa Papel Prensa (de la que él mismo habló) ahora es “inventada”.
Lanata ahora habla de “sacar de contexto”.
Lanata es de pronto ingenuo y piensa que Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo, va a “tomar Tribunales”.
Lanata cae de pronto al abismo y dice de otro periodista que “es un viejo acabado” que se pasó “toda la dictadura chupando”… sólo por dar un ejemplo.
Lanata es opositor al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, al gobierno que deja que libremente él se exprese porque así debe ser… que bajó el cuadro de Videla del pedestal en que estaba, que eleva a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en cuanta oportunidad  tiene, que se enfrenta al multimedio formador de opinión que él criticaba…
Lanata fue nombrado como uno de los periodistas más valiosos que tiene la oposición por el procesado Mauricio Macri.
No entiendo.
Esto es triste.
Y te digo qué es triste: tener tus libros acá en mi mesa de trabajo  y saber lo que significaron para mí, al igual que tus palabras y reflexiones de tantos años y sentir una notable y terrible decepción. Eso es algo realmente triste.
En fin Jorge… el ejercicio de escribir esto que estoy escribiendo, debe terminar en algún momento y ese momento ha llegado.
Para despedirme de vos y de todo lo que significaste para mí y para tantos otros, ahora que ya te he perdido el respeto, me queda sólo una pregunta para hacerte y es:
Si como vos decís, “Diego Gvirtz lo hace por plata”…  decime Jorge Lanata, ahora que todas las posibles excusas se diluyeron bajo tus propias palabras (las de ahora, claro, no las de antes), ahora que escondiste debajo de la  alfombra todas tus banderas…
Decime: ¿VOS POR QUÉ LO HACÉS?
Pregunta retórica… no hay respuesta.
Entonces me decido, en silencio, cierro los libros… pienso un lugar para ellos que no sea mi biblioteca que es casi sagrada para mí. Y sinceramente no se me ocurre nada.
Pienso en los diarios que todavía tengo guardados… y algo en mi interior me dice:
“Quemá esos diarios”
“Tirá esos recortes”
“Regalá los libros”
Y si podés, pensá que Jorge Lanata ha muerto.
Después de todo, es lo que finalmente ha ocurrido desde que el personaje que inventaste se tragó al que eras o viceversa.
Y mientras eso sucedía, todos nos quedamos mirando, como decía Serrat “chupando un palo, sentados sobre una calabaza”

Compilado por Simón

El Nobel Que No Fue… Y El Premio Más Esperado


Gabriela Aguar

“Mi deseo es encontrar a mi nieto y disfrutarlo al menos dos o tres años”, declaró una de las Abuelas de Plaza de Mayo…
A Estela de Carlotto y en ella a todas las queridas Abuelas, vaya esta historia a modo de homenaje.

REENCUENTRO. Una historia que podría ser hoy.
Un inconfundible olor a jazmines impregnaba todo el jardín, mientras unas huellas de algodón se acercaban hacia el joven de jeans gastados y camisa blanca que se encontraba sentado en un banco… allá a lo lejos.

ÉL
Minutos antes, ese mismo joven se había preguntado qué hacer. ¿Había posibilidad de no tener que pasar por esto? ¿Y cómo sería ese momento? ¿Y ella… cómo sería ella?
La historia se había empeñado en abrirle los ojos, el extraño velo de la mentira se había corrido y simplemente había llegado el momento…
Levantó la mirada y vio a una anciana que se acercaba hacia él. El cabello canoso, revuelto por la suave brisa…
El corazón le dio un vuelco… Seguramente sería ella…
De pronto miles de figuras recorrieron su mente, y temió haberse quedado sin recuerdos para siempre… Temió que su vida comenzaría justo en el momento en que ella llegara hasta él… era una sensación de desamparo total.
Miles de preguntas pasaban rápidamente por su cabeza ¿Y después de hoy, qué? ¿Cómo serían las cosas a partir de ahora? ¿Qué sería correcto decir? ¿Tendría que hacer algo en particular?
Decidió que no lloraría, ella podría sentirse abrumada y él no quería eso.
Instantáneamente le incomodó un pensamiento y es que después de más de 30 años de anonimato, él pasaría a ser una persona pública… habría gente que querría conocerlo, tocarlo, abrazarlo… habría gente que le haría preguntas… pero ¿él tendría las respuestas?
Si apenas podía mantenerse sentado en ese banco, temblando, con las manos sudadas y sin saber qué hacer. Sólo reconfortado por ese suave aroma a jazmines.

ELLA
Mientras caminaba lentamente una emoción ingobernable deshacía su alma… El momento tan esperado había llegado.
Tantos años habían pasado… tantos y tan duros años de espera…
Y qué bonito estaba el jardín justamente esa tarde. Los jazmines parecían más perfumados que nunca. Y una suave brisa despeinaba su canosa cabellera.
 ¿Estaría bien así? ¿Había elegido la vestimenta adecuada? ¿Qué esperaría él encontrar? ¿Lo desilusionaría?
El paso se hacía lento… por ese miedo… Pero no.
Debía ser fuerte como lo había sido siempre. Debía ser valiente. Ahora más que nunca. Ella, que había desafiado todos los horrores, llevándose una herida cada vez, hasta que la herida fue tan profunda como un mar. Ella, que se había quedado sin lágrimas para llorar a la hija perdida, arrebatada… No podía bajar la cabeza ahora.
Y sin embargo se sentía tan pequeña y tan frágil…
¿Qué le diría al llegar hasta él? ¿Le diría algo finalmente? ¿Sus palabras serían las adecuadas? ¿Cómo sería correcto actuar?
Eso sí. Decidió que no lloraría, él podría sentirse abrumado y ella no quería eso.
De pronto algo la incomodó y era el hecho de que él, después de más de 30 años de anonimato, ahora de pronto, pasaría a ser una persona conocida y muchos querrían preguntarle cosas, o tocarlo o abrazarlo y eso podía no gustarle…

AMBOS
Las distancias empezaron a acortarse.
Ella sentía latir fuertemente su corazón y sus manos que ansiaban poder abrazarlo estaban heladas, debía frotárselas un poco…
Él no entendía esta sensación… de pronto se sentía un niño.
Ambos estaban a punto de vivir uno de los momentos más culminantes de sus vidas. Sus cuerpos y sus mentes ya empezaban a comprenderlo todo.
Ella aceleró un poco el paso.
Él se incorporó, dejando ese banco de madera pintado de blanco.
Frente a frente, ambos se miraron. Sin saber por qué o sabiéndolo, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Se hizo un silencio profundo, plagado de interrogantes que poco a poco iban encontrando respuesta.
-Hola- dijo ella
-Hola-dijo él
-Qué bonito huele este lugar ¿no te parece?- dijo ella sin siquiera saber por qué.
-Sí-contestó él y enseguida, desde lo más profundo de su ser le salió una pregunta, entonces dijo:
-¿Vos sos…?
-Sí querido-dijo ella
-Yo soy tu abuela. Me llamo Estela y mira, yo sé que tal vez…
Algo interrumpió sus palabras. Eran las manos de él que tomaban las suyas.
Ambos tenían el rostro cubierto por una paz absoluta y a la vez plagado de lágrimas que caían una tras otra…

EPÍLOGO
Un transeúnte que pasaba por allí cerca, miró distraídamente y se sonrió…
Allí en ese jardín bonito había dos personas abrazadas…
Enseguida olvidó la escena y reparó en lo perfumado que se hallaba el ambiente hoy…
Es que esa tarde los jazmines parecían más verdaderos que nunca.

Compilado por Simón