viernes, 16 de diciembre de 2011

Tensiones


Publicado por Gato

Resulta necesario decir algo. Moyano no es el enemigo. Tampoco lo es la CGT. Ni Scioli. Ni siquiera Clarín lo sería si la escalada no hubiera llegado a los límites a los que llegó. Sucede que en el punto en el que se encuentra la pelea mediática es imprescindible llegar hasta el hueso. Sino los que van a llegar hasta el hueso son ellos. En una disputa de ese nivel no se olvida. La mafia tiene memoria. Por algo, hoy, para “la Corpo”, Moyano es casi rubio y cubre el rol de virtual jefe de “la opo”.
Pero el tema de hoy es el discurso de Moyano en Huracán. Fue duro. Se esperaba que así fuera. Pero no es el enemigo de todos modos. No hay que ponerlo en ese lugar.
Enemigo es la Rural. Los que están contra la política de derechos humanos. Los traidores potenciales de dentro. La derecha pura y dura (más allá de transas o conveniencias circunstanciales). Los grupos concentrados de la economía. El resto son adversarios coyunturales. No enemigos.
Es cierto que Moyano eligió quedarse con la alusión de Cristina a las maniobras extorsivas y no al agradecimiento que hizo a todos aquellos que pusieron el cuerpo en las calles cuando los enemigos reales venían degollando. Fue una decisión política recoger ese guante. Bien Cristina en no salir a responder y, de ese modo, no darle más pasto a las fieras.
No hay que pecar de ingenuos. Acá se está disputando poder, política. Ni más ni menos que eso. No es casual que Moyano haya hecho referencia al 54% y haya dicho que la mitad de ese porcentaje pertenece a los trabajadores. Sabe que CFK, como debe ser, está haciendo pesar ese 54%. Está marcando la cancha. La victoria otorga derechos. Y se los está haciendo valer. Cuándo hacerlo sino?
Las tensiones son inevitables cuando se ejerce el poder. Los roces son parte del asunto. El tema es que la sangre no llegue al río.
Además, Cristina necesita ratificar su lugar de poder. Posicionarse como referencia del mismo. Ser el eje.
No hay que olvidar que el peronismo funciona así. Ocupando los espacios. Disputándolos. Haciendo sentir el rigor. La fuerza. El poder del número para imponerse. Y ambos lo hacen. Cada cual a su manera y con las herramientas de las que dispone.
El kirchnerismo juega más cómodo en el fragor de la pelea. Necesita construir rivales de referencia para espejarse. Para hacer, en términos boxísticos, sombra. Guantes si escala la disputa. Piñas si es preciso. En ese contexto funciona mejor. Medir fuerzas para imponer condiciones. Es peronismo. Nada se hace con buenos modales.
Debe tenerse en cuenta que no se vislumbra una oposición político partidaria clara. A lo mejor en los próximos años se configure en el polo que se aglutine alrededor de Macri. Ese espacio si puede ser el enemigo.
Hasta el momento, o son las corporaciones o son internas del peronismo. El kirchnerismo sufrió esa carencia de oposición concreta en el final del gobierno de Néstor y el principio de Cristina. Esa ausencia conduce a bajar la guardia. A no estar atento. A conflictos como el del campo.
Por lo tanto, esta refriega con Moyano puede ser útil. Debe serlo. En caso contrario, la experiencia histórica no habrá servido de nada.
La alianza del peronismo con la CGT fue históricamente compleja. Nunca fue sencilla. Hay que asumirlo. En un movimiento de las características del peronismo no hay homogeneidad de posiciones.
El asunto es si solo se trata de una cuestión coyuntural de disputas por poder o si existen cuestiones de índole personal que también pesan. Se ha dicho. Entredientes. Sin levantar demasiado la voz. Pero si hubo algo de todo lo que se dice en La Última Noche del Líder, la relación personal no tiene retorno. En el peronismo tampoco se olvida.
Es imposible conocer la trascendencia y la influencia del mundo privado. Hay que ver hasta donde repercute en la relación institucional entre el Gobierno y la CGT. Es de esperar que la lección de los 70 haya sido aprendida.
Más allá de las tensiones estrictamente coyunturales, de gustos, de afinidades políticas, es perentorio tener conciencia de que el enemigo está en otro lado. De no ser así, nos morfan. No hay que dejar el espacio para que eso pase. Lo están esperando hace años. Y bien sabemos que, de ser así, perdemos todos.

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