Quién te ha
visto y quién te ve. La integración de la Cámara de Diputados que fue cuna,
feudo e ilusión del Grupo A, aprobó en comisión el proyecto de Presupuesto
enviado por el Ejecutivo. El dictamen se logró sin estrépito ni discusiones
maratónicas. Toda una innovación y una suerte de revancha para el bloque del
Frente para la Victoria (FpV) que durante casi dos años se abroqueló en su área
y rechazó todos los centros que le llovieron.
Por Mario
Wainfeld
El kirchnerismo puede ahora decidir
si lleva el debate al recinto antes del 30 de noviembre o si espera hasta
después del 10 de diciembre, con la nueva integración. Seguramente optará por
la vía más segura, que es votar contando con la superioridad numérica
recuperada en las urnas. Sus adversarios le garantizan la aprobación en general
de la Ley de Leyes. Pero el diablo está en los detalles o, por mejor decir, en
la discusión en particular en la que las debilitadas filas opositoras podrían
ejercer un desquite, acaso pequeño pero fastidioso. Los principales operadores
del oficialismo pulsaron el clima de estos días: entienden que sus antagonistas
los dejaron hacer pero sin deponer una beligerancia que podría entorpecer la
plena aprobación del Presupuesto. Para qué apurarse entonces, se preguntan y
(de algún modo) se responden. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner,
que dialogó con el titular de su bloque, Agustín Rossi, dejó en claro
que no quiere arriesgarse a ningún retoque forzado por rivales debilitados pero
no inexistentes.
Si el debate plenario llegara el mes
que viene con la Cámara remozada, la comisión renovada debería ratificar el
dictamen. El FpV no encontraría escollos para hacerlo. Y los opositores
quedarían relevados de “hacer buena letra” o reconocer –con
caballerosidad deportiva– primacía al kirchnerismo que los goleó en octubre.
Todos estarían más confortables... en especial la nueva mayoría.
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El escenario que se abrirá el 10 de
diciembre registrará otra gran diferencia con el de fines del 2009 y del 2010.
En aquel entonces, la Presidenta hibernó al Congreso hasta el comienzo
de las sesiones ordinarias. En este caso, sin duda, habrá un buen paquete de
proyectos de ley para tratar en sesiones extraordinarias.
Las prórrogas de la emergencia
económica y el llamado “impuesto al cheque” están en pole position.
Otro proyecto presidencial, que
viene muy a cuento en estos días de especulación y arengas contra los controles
fiscales, es el que aumenta las penas a los evasores de impuestos.
El Régimen Nacional del Trabajo
Agrario es prioridad porque enfoca una añeja desigualdad laboral digna de
reparación y porque, de rondón, limita las potestades del gremialista del rubro
Gerónimo Venegas. El Momo fue uno de los pilares de la notable
campaña presidencial de Eduardo Duhalde, en la que fue tan exitoso como en la
defensa de los intereses de sus representados.
El Ministerio de Justicia
impulsó dos proyectos de ley, para alinearse con las sugerencias-exigencias del
Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) referidas al lavado de
dinero. Esa temática es gravitante en la agenda internacional de los Estados
Unidos, reverdecida por el encuentro de la mandataria con el presidente
norteamericano Barack Obama. La tipificación del terrorismo como delito
forma parte de las propuestas.
El nuevo régimen de producción de
papel para diarios seguramente ingresará en el período extraordinario. Cuenta
con dictamen aprobado, su transcurrir parlamentario puede ser manejable. El
ruido sonará extramuros de las instituciones: las reacciones de los respectivos
lobbies no se harán esperar, seguramente. El activismo desestabilizador de
los grandes medios hegemónicos en estos días sugiere que barruntan ese
horizonte.
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“Aunque usted me predique en
contrario, los peronistas son irracionales. ¿Para qué se apura el Gobierno con
el Presupuesto si el año pasado, cuando no se aprobó, todos decían que era un
negocio pingüe?” Por una vez, la pregunta que espeta el decano de Sociales
de la Universidad de Estocolmo no es un mero disparate. Esa especie se
divulgó en estas pampas: un Presupuesto anterior prorrogado deja manos libres
al Ejecutivo. El ahijado de tesis del decano, el politólogo sueco que hace su
tesis sobre Argentina, replica de taquito. Le comenta que no es así o (si usted
prefiere) no es tan así. La ejecución presupuestaria es un arte complejo.
Reparticiones que no tienen asignaciones específicas quedan limitadas o
maniatadas en su accionar día a día, supeditadas a reacomodamientos de partidas
que insumen tiempo y, a veces, castran propuestas o iniciativas. La Dirección
General de Clavos y Clavitos (por mentar un ejemplo hipotético) no puede mover
plata si no la tiene asignada y mover todo el esquema burocrático dista de ser
un chiste en el cotidiano. Hay ventajas y desventajas en ese devenir, gris es
el color predominante en la realidad aunque observadores esquemáticos insistan
en que todo es blanco o negro.
Hablando de colores, el politólogo
retomó el diálogo con su más que compañera, la pelirroja progre que ahora es
kirchnerista. Quedó pendiente de esclarecimiento qué pasó en esos dos días en
que la pelirroja se salió del radar y perdió contacto con nuestro cuentista
social. La reconciliación fervorosa limitó el ansia inquisitoria del
politólogo, aunque no sació sus dudas.
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El Grupo A hace mutis, mayormente
por derecha, mientras baja el telón de una etapa que no supo capitalizar. Tuvo
su público, una claque entusiasta; ahora no suena ni un aplauso. Sus ínfulas,
el control algo prepotente de muchas comisiones, la repercusión mediática que
disfrutaron sus referentes durante más de dos años... nada bastó. Resultó
melancólica, en la mayoría de los casos, la trayectoria de grandes esperanzas
alternativas que ocuparon bancas y fatigaron micrófonos o cámaras en este
lapso. La diputada Elisa Carrió es el ejemplo más resonante, con un
drenaje de votos digno del Libro Guinness. También fue abrupta la caída del
vicepresidente Julio Cobos, que se retira a su casa en Mendoza.
Los diputados Francisco de
Narváez y Fernando Solanas traspapelaron en sólo dos años carradas
de votos y esperanzas cosechados en 2009. Su colega Felipe Solá optó por
unos meses sabáticos para ahorrarse el diluvio electoral.
El senador Luis Juez fue
batido con holgura en la disputa de la gobernación de Córdoba, en la que
había llegado cabeza a cabeza cuatro años atrás. El diputado radical Oscar
Aguad quedó tercero y maltrecho en esa compulsa.
El senador boina blanca Gerardo
Morales, hiperpresente en todo formato periodístico, ni se animó a disputar
la gobernación de Jujuy. Ernesto Sanz era un prospecto de
presidenciable, bendecido por formadores de opinión y líderes empresarios, ahí
quedó.
El Congreso no catapultó referentes
opositores, más bien al contrario. Si bien es muy esforzado armar con tanta
antelación una grilla con aspirantes a tallar en el 2015, es más lógico
recorrer el espinel de los gobernadores o la fórmula presidencial.
Hermes Binner, el
opositor mejor ranqueado en octubre, queda (en ese sentido) en un “no lugar”:
ni en el Congreso ni en un Ejecutivo nacional, provincial ni municipal. Uno de
sus desafíos es ver si puede sacar partido de esa situación sin engolosinarse
con el caramelo mediático, insuficiente para la construcción política. El
gobernador santafesino es un dirigente de carrera, de partido y con experiencia
de gestión, pero deberá precaverse de los cantos de sirena de la política
virtual.
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El 1o de marzo de 2010 fue el debut
estricto del Grupo A, recibiendo (es un decir) a la Presidenta en
Asamblea Legislativa. Cristina Kirchner los desafió con la creación de
un Fondo para pagar la deuda externa con reservas del Banco Central. La
pulseada fue inesperada, firme, premonitoria. “La oposición” clamó, denunció
pero no pudo frenar la (más que razonable) medida ni impedir la aprobación del
pliego de Mercedes Marcó del Pont. Martín Redrado arrancó entonces una
carrera para acceder a una banca en el Congreso. Los palcos VIP la
consideraron promisoria. Los potenciales votantes pensaron de otro modo.
El 10 de diciembre, la mandataria
volverá al Congreso para jurar por segunda vez. Es, desde 1983, la primera
parlamentaria de larga trayectoria que llega a la Casa Rosada. Seguramente
evocará esa circunstancia en su discurso, siempre lo hace.
Si no incurre en errores no forzados, como sucedió con
las retenciones móviles, las dos Cámaras acompañarán su proyecto y validarán
sus iniciativas. No le bastará para superar todos los retos de una etapa
difícil, pero tendrá por delante un mejor escenario institucional que el que
sobrellevó desde 2008.
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