jueves, 8 de septiembre de 2011

La oposición ha muerto, viva la oposición

Las pasadas elecciones primarias no solo sorprendieron a mas de uno -incluído quien escribe- sino que, además, presentaron un escenario que necesariamente implicará una reconfiguración de la política argentina, que se terminara de consolidar el día después a las elecciones de octubre, al menos si no sucede una verdadera sorpresa. El resultado electoral mostró la consolidación del partido oficialista como fuerza política hegemónica a nivel nacional, y muy por detrás una terrible dispersión y -también origen de esa dispersión- el eje de estas líneas: una pésima adaptación de las fuerzas opositoras a la actualidad política argentina y en general. Hay algunas cosas que han quedado bastante claras luego de lo ocurrido hace ya unas cuantas semanas. En primer lugar, el fracaso de los proyectos políticos improvisados y basados fundamentalmente en las figuras políticas por sobre una idea, modelo o visión. Nunca se supo que ofrecía la oposición más que ser oposición. Nunca quedo claro que los diferenciaba del gobierno y entre ellos. Con una sociedad positiva o negativamente kirchnerista (es decir, kirchneristas o antikirchneristas), la multiplicidad de opciones opositoras no claramente diferenciadas produjo una terrible dispersión que fue letal para dicha oposición y que, para colmo, hoy los sondeos muestran invertida: los que estaban en cuarto y quinto puesto pasarían a segundo y tercero, bajando los que terminaron en el podio en agosto. En segundo lugar, quedo claro que los partidos tienen su peso y su esencia, su historia, que no es decorativa. El kirchnerismo se peronizó todo lo que pudo y se mostró, al menos desde 2009, como la principal fuerza peronista sin caer por ello en un innecesario sectarismo. El gobierno nacional fue siempre, o al menos de un par de años para acá, bastante mesurado en ese sentido, pero entre otras cosas que dejaron el impacto de junio de 2009, una de ellas fue la valoración por parte del oficialismo del rol de los partidos políticos y la necesidad de pluralidad dentro de esas fuerzas políticas. El proyecto nacional, digamos, cualquier proyecto nacional, requiere de gente que no piensa exactamente como uno. Eso es inevitable en tanto seamos 40 millones y queramos abarcar a todos los argentinos que quieran en cualquier proyecto político. Todo lo contrario hizo el radicalismo y el resultado esta a la vista: es más que probable que ni siquiera se convierta en la segunda fuerza luego de octubre. La heterodoxia de Alfonsín en su alianza con De Narváez y todo lo que eso implicó de la candidatura a gobernador para abajo (por ejemplo, Mercuri candidato en la lista "radical"), fue un abuso de confianza y un intento de transversalidad un tanto desmedido que desestimo la importancia de la UCR como uno de los grandes partidos políticos. La reestructuración de la UCR después de esto es inevitable, los fracasos han sido muchos para el radicalismo y todas sus chances de resurgimiento siempre fueron boicoteados por sus propios dirigentes. Aun así, el radicalismo sigue teniendo alma propia: con todo eso logro el segundo lugar en las elecciones pasadas, y, pase lo que pase, luego del peronismo el radicalismo es la fuerza política con mas despliegue nacional, por lo que uno puede imaginar que lejos estamos de ver el fin de la UCR, sino mas bien algún giro en el sentido de reintegrarse y consolidarse como segunda fuerza detrás del peronismo que, de darse los resultados proyectados, estaría en las manos del kirchnerismo durante al menos cuatro años. Al "peronismo disidente" no le va a quedar otra que fusionarse con el PRO o competir por dentro del PJ con el kirchnerismo si no quiere convertirse en el Frepaso de derecha. Podríamos decir, algo metafóricamente, que la oposición post-125 va a morir en octubre si el oficialismo repite los números de agosto, para resurgir otra oposición que, por su propio bien y por el bien de la democracia, es probable que se vuelva mas partidaria que personalista. Incluso así va a tener que ser en el kirchnerismo como fuerza hegemónica justicialista: Néstor ya no esta y Cristina no tiene mas tiempo -y, creo yo, comprende muy bien que aun con todo a favor y con los mejores resultados posibles, es poco prudente buscar alguna vía para prolongar su mandato, que el proyecto kirchnerista tiene que echar raíces y dejar de ser un proyecto de Néstor y Cristina para ser el eje de reconstrucción de un movimiento político popular, nacionalista o bien regionalista y desarrollista en oposición al liberalismo construido en Argentina paulatinamente desde marzo de 1976. La democracia argentina necesita dar este paso, es fundamental. No porque a algunos nos molesten los personalismos, en particular podría decir que no es el caso. Sino porque los personalismos muchas veces tienden a diluir el espíritu de los movimientos políticos, de las diferentes corrientes partidarias y de los propios partidos políticos. Los líderes tienen un tiempo de vida útil, y como todas las personas, cambian y no necesariamente para bien. Los movimientos políticos perduran y son un poco mas estables, siempre hay alguien atrás que puede tomar la posta de ese líder, aun si ese líder es un líder carismático, fuerte, capaz, etc. La reforma política seguramente fue pensada en este sentido. Es necesario para la democracia que existan un número razonable de partidos políticos, estables y representativos, que garanticen la diversidad de opciones claras y concretas para el electorado por encima de los proyectos personales. Carrió desapareció, entre otras cosas, porque hizo y deshizo tantas agrupaciones políticas, tantas alianzas y dijo y desdijo tanto que es indescifrable, votar a Carrió es no saber bien que se esta votando. Su figura, por si misma, no vale nada. Lo que valía de Elisa era su discurso, o su posicionamiento, nos guste o no. Pero eso ya no existe mas, solo queda ella, la cáscara, la presencia física. Se percibe fuertemente que dentro no queda casi nada, que entre las malas opciones radicales es más lógico refugiarse en la opción más ortodoxa, que es lo que finalmente hizo ese electorado radical. La reforma política va a establecer, si todo va bien, una supervivencia natural en los partidos en la que sobrevivirán los que mejor se adapten a su ecosistema, al mundo interno de cada partido como al mundo externo. Las internas van a definir que tanto esa corriente representa o corresponde a ese partido político, y que tanto se adapta a las necesidades de la sociedad en la coyuntura, a la realidad y las necesidades de cada tiempo. Es muy probable que veamos morir a un estilo de oposición para ver nacer otro. Todos deberíamos alegrarnos de eso, es momento de romper con esta estructura: le hace daño a la oposición, que no tiene rumbo, que esta fuertemente dispersa y atomizada, y le hace daño al oficialismo al quitarle la fuerza impulsora necesaria para evitar el estancamiento. Necesitamos una democracia más aceitada y dinámica, mas polarizada y con partidos mas fuertes. Y para eso, necesariamente, algo tiene que morir y algo tiene que nacer.

Publicado por: Patricio.
 

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