miércoles, 10 de agosto de 2011

El kirchnerismo y el 2012


Hay una certeza en torno al futuro político en la Argentina y puntualmente en torno al peronismo: gane o pierda las elecciones, el oficialismo en tanto kirchnerismo “puro” (digamos, conducido por Néstor o Cristina Kirchner, hoy irremediablemente por Cristina) va a tener un plazo de cuatro años como máximo, y está limitado a un tiempo muy corto, a menos que se diera una improbable reforma constitucional. Incluso, uno puede aventurar que el kirchnerismo actual de todos modos va a sufrir modificaciones aún con Cristina en el gobierno (y eso es normal, dado que la política no es estática, y generalmente menos si hablamos de peronismo).

La gran pregunta es, entonces, ¿seguirá existiendo el kirchnerismo?

Las respuestas posibles son muchas. Está claro que el peronismo, hasta los Kirchner, vio desvanecer sus subgéneros (menemismo, duhaldismo y otros menores) a niveles impopulares. Si Duhalde se presenta hoy a elecciones no tiene que ver esto con que tenga en mente que ese 15 o 20% que puede aspirar a conseguir es duhaldismo, a diferencia del kirchnerismo que si tiene una identidad un poco más definida.

Quien escribe se anima a aventurar que el futuro del kirchnerismo difícilmente pueda ser el de la desaparición al estilo menemismo, o de la conformación de un movimiento o partido nuevo. Sin embargo, con o sin los Kirchner, creo que el kirchnerismo llego para quedarse. Si existe un ala alfonsinista en la UCR, con mas razón uno puede imaginar que se conforme un ala kirchnerista dentro del justicialismo. La entrada en escena de las primarias abiertas podría ser el origen de lo que no se ha dado para este caso: una polarización intra-partidos entre alas más liberales o mas estatistas, por ejemplo. El kirchnerismo ha recuperado la interpretación del peronismo que se perdió con el menemismo, la de un partido cuyos ejes son el trabajo y la participación activa del Estado en la vida democrática de los argentinos, interpretación que muchos pueden denominar “peronismo de izquierda”, y no está del todo mal.
Así, lo que resultaría de este fenómeno seria una consolidación fuerte del bipartidismo y la desaparición paulatina de terceras fuerzas, como el PRO, que además de tener poca razón de ser vería mermar sus filas por el exilio del peronismo liberal -si le podemos llamar peronismo, pero esas son interpretaciones personales- al PJ.

Por supuesto, esto traería como consecuencia una tendencia al ir y venir clásico de la orientación de los gobiernos: un poco más hacia el estatismo o a la izquierda, un poco más hacia el liberalismo o la derecha, con lo cual uno imagina por momentos que una Cristina Kirchner o una Stolbizer sean las referentes de los partidos mayoritarios, y por otros que un Duhalde o un Cobos sean esos referentes. Digamos que, de algún modo, es a eso a lo que nos lleva la reforma política.

Y ahí surge otra pregunta: En tal caso, ¿cuáles serán los límites del kirchnerismo? O bien, y más fácil, ¿cuáles deberían ser esos límites? Existen diferentes formas de interpretar al kirchnerismo, y eso es lógico teniendo en cuenta su propia complejidad. Algunos creemos que el kirchnerismo tiene la obligación de tener a mano formas edulcoradas de sí mismo, como el caso de Daniel Scioli, para periodos en los que el estilo fuerte que representa el kirchnerismo “puro” sea impopular. Dicho de otra forma, tener un colchón que le permita al kirchnerismo seguir siendo y preservar todo lo que se pueda de lo que construye cuando es gobierno y juega a pleno. A diferencia de los sectores mas “extremistas” (no es la palabra, pero bueno) del kirchnerismo, creo que no es lo mismo Scioli o Urtubey que Macri. Sabemos que son conservadores en muchos aspectos, pero también que representan a sectores sociales populares que son los que los votan. Es decir, Scioli o Urtubey tienen la necesidad de gobernar para las clases sociales más postergadas por diversos motivos pero, fundamentalmente, porque son peronistas y están fuertemente vinculados al kirchnerismo. A ninguno de los dos les conviene diferenciarse del oficialismo para convencer a los anti, simplemente porque ya cargan con el estigma del peronismo y del kirchnerismo. Ninguno como potencial presidente cometería hoy el suicidio de modificar la matriz del desarrollo económico-social que construyo el kirchnerismo en tanto esa matriz permita mantener las variables socioeconómicas en niveles razonablemente buenos para lo que dejó el neoliberalismo que llego con la dictadura. Podrían, candidatos como estos, mostrarse más condescendientes con el poder mediático -diría, el gran enemigo del kirchnerismo- pero en la cáscara, en las formas, como de hecho en parte hoy lo hace el kirchnerismo por necesidad: por ejemplo, gendarmes en la calle, aunque la “inseguridad” sea más una fantasía que una realidad. A fin de cuentas, es cáscara si el Estado no decide reprimir.

Estoy convencido de que la mayoría del peronismo (hablo del votante o el militante fundamentalmente), incluso muchos de los que hoy eligen a Duhalde o Rodríguez Saa, no quieren volver al menemismo. Y eso es muy bueno, si se quiere, y es un gran merito del kirchnerismo, el haber devuelto al peronismo sus banderas históricas, las que perdió a manos del menemismo. El problema es que la sociedad de hoy -en el mundo, diría- está fuertemente atravesada por la virtualidad, es decir, por los medios con todo lo que esa palabra significa. La virtualidad a la que me refiero implica que una realidad puede ser creada, a partir de que es modificada magnificando, minimizando, omitiendo, tergiversando o simplemente inventando determinados hechos. Cualquier encuesta hoy revelaría que la mayoría de la gente está preocupada por la “inseguridad”, pero que la mayoría de esa gente preocupada no sufrió un hecho delictivo y le llega esa información vía medios masivos de comunicación -o por rebote.

Con una sociedad así, siempre va a ser inútil el esfuerzo comunicacional del Estado. Por eso, no es que el Estado comunica mal, es que la gente no cree en eso que se le comunica. Raramente la gente le cree mas al gobierno que a los medios masivos de comunicación.
Por eso, es necesario que el kirchnerismo en tanto peronismo de importante presencia estatal y orientado al bienestar de las clases trabajadoras por encima del liberalismo, comience a ampliar su brecha lo más posible, sin por eso dejar un solo principio en el camino. No seria difícil que en un futuro no muy lejano dentro del PJ haya dos ramas, y una de ellas sea la rama kirchnerista. Me parece que tampoco seria extraño ver ahí a Scioli o Urtubey como referentes, y hay que ir pensando en eso, de a poco, como una posibilidad concreta de cara al futuro, pero ya asomando en 2012.

 Publicado por: Patricio.

1 comentario:

  1. Es muy lúcido tu análisis y, a la vez, muy necesario porque creo que es de vital importancia que lo que hoy se denomina kirchnerismo pase definitivamente a ser una importante corriente del peronismo. Una corriente que, como ahora, pueda articularse con otros sectores populares y nacionales de nuestro pueblo (sectores de centroizquierda o de centroderecha que estén comprometidos en la defensa del interés de las mayorías).
    Creo que deberíamos, la militancia conjuntamente con cuadros del gobierno, plantear estrategias y líneas de acción que tengan por objetivo consolidar una estructura que se sostenga en el tiempo con organización y con la mística propia de los espacios políticos que luchan por los intereses de las mayorías.
    Para ello pienso que es necesario contar con presencia en los gremios mas importantes y contar con una fuerte presencia territorial (todo esto suena difícil de lograr pero ,como se hizo con otras cosas, en algún momento hay que empezar y cuanto antes mejor).

    Saludos,
    JP

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