miércoles, 9 de marzo de 2011

Volvé Lanata, Te Perdonamos


Gerardo Fernández

Si uno lee con un poco de atención las cosas que dice Lanata tanto en este reportaje como en casi todo lo que viene declarando hace algunos años, si uno presta un poco de atención no puede dejar de asombrarse por el bajo nivel y el mal gusto. Se impone frenar ya mismo y reconsiderar todo lo que se ha pensado de este personaje. Se impone reconocer antes de que sea demasiado tarde que estamos ante un caso de un periodista con reflejos felinos, de esos que escasean, que ha sido devorado por el divismo. No hay otra forma de entender este caso.

Este personaje rayano en lo patético que casi llega a dar pena, lo único que tiene en común con aquél director de Página/12 es el DNI, porque del resto casi no quedaron rastros y quizá lo único que conserve sea la capacidad para inventar frases rimbombantes, esa repentización para el estiletazo sutil. Lanata twitteaba antes de que se inventara Twitter, ese fue un capital que aún conserva pero que le sirve de poco cuando arremete por el pasto, por la banquina, por el barro contra un gobierno que en muchos aspectos lo ha dejado sin discurso. Hay un problema como de espacio físico, como que se lo ha aprisionado tanto sobre la raya que no encuentra lugar para ensayar su juego y si por eso ya venía a los empujones, cuando a mediados del año pasado se puso del lado de Clarín, argumentando que siempre había auspiciado a los más débiles es como que lanzó un codazo descalificador a un metro del árbitro y a partir de ahí no ha logrado reponerse.

También puede ser que se le haya agotado la creatividad. No sería la primera vez que alguien consume temprano un montón de ideas geniales y luego no logra trascenderse, superarse. Hay casos de músicos, de escritores y deportistas que por ahí tuvieron un debut glorioso y a poco de andar quedaron sumidos a ser la sombra de eso que fueron alguna vez. Tranquilamente a Lanata le podría haber pasado esto porque, vamos, desde que Menem  terminó sus presidencias, jamás logró hacer algo que realmente llamara la atención. Crítica fue antes un fracaso periodístico que comercial, no nos confundamos, y su programa del año pasado en Canal 26, una pena, un dolor, una pantomima, la imagen desagradable de un maleducado.

Lanata se fue corrido por el fracaso, por el hartazgo de hacer todo mal, por no soportar la evidencia de que se quedó vacío, por no asumir que se secó. Ello explicaría su obsesión por denigrar a todos los que o aprendieron con él. o trabajaron a su lado o simplemente encontraron un lugar bajo el sol del mundillo periodístico cuando empezó su propio eclipse. No soporta la impotencia de no hallar un par de buenas ideas para volver a ser noticia desde el lado de la vanguardia y la creatividad y entonces se tira de cabeza al container de la basura y termina siendo una especie de cartonero del periodismo, una sombra decadente, que no sé porqué la emparento con el final tristísimo del negro Hugo Guerrero Marthineitz. A ver: El Jorge Lanata de Página/12 y de los primeros años de "Día D" hubiera encontrado muchas hendijas en el kirchnerismo para entrarle, aquél Lanata podría haberse parado desde lugares muchísimo más interesantes y sin dudas habría logrado algo más que este bochorno por el que deambula últimamente. Es cierto que el kirchnerismo puso todo patas para arriba y que a muchos les ha costado reubicarse, pero por ejemplo se me ocurre que Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda -dos colegas que crecieron al lado suyo- dentro de todo han logrado reposicionarse en un lugar que puede ser discutido pero que sin dudas es menos grotesco. Con ambos periodistas uno podrá disentir y discutir mucho, pero siguen haciendo periodismo o si se quiere no dan tanta pena.

Los contextos condicionan, es cierto, pero el caso de Lanata tiene mucho de personal, y si un día, aquél habilidoso de mediados de los ochenta a fines de los noventa reapareciera, no tengamos dudas de que tendría nuevos hallazgos y volvería a sorprendernos, pero mientras su cuerpo siga poseído por ese divo mal hablado y apestoso, sólo estaremos condenados a soportar eructos malolientes.


No habrá alternativa.

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