jueves, 23 de febrero de 2012

Malvinas, la visión argentina


Por Aníbal Fernández

Movidos por quién sabe qué sentimiento patriótico -carnavalesco, un grupo de intelectuales (?) que bien podría ser el elenco estable del sainete Los Disfrazados, de Carlos Pacheco –una pieza en la que todos pretenden ser lo que no son– ha elegido este Miércoles de Ceniza (con todo los que su simbología conlleva en términos de la cosa efímera) para presentar un documento con “su postura” respecto de la Causa Nacional de Malvinas, pidiéndole al gobierno un cambio de políticas en el sentido que ellos proponen.

Este escrito, que acaso por el mismo espíritu de las carnestolendas fue anunciado con bombos y platillos (podrían agregarse algunos pitos, matracas y cornetas) por los propios pasquines donde los “intelectuales” del caso escriben, ha sido dado a llamar pomposa/desvergonzadamente: “Malvinas, una visión alternativa.”

El texto no va mucho más allá de lo dicho por los “intelectuales” que firman el opúsculo, como por ejemplo el ambidiestro periodista Jorge Lanata, quien ya había sentado posiciones tales como: “Tenemos que afrontar el hecho de que hemos perdido la guerra, Malvinas ya no es parte de Argentina… es parte de nuestra imaginación.”

También el historiador utilitario Luis Alberto Romero, quien días atrás se preguntaba en una nota escrita para el diario La Nación “¿Son realmente nuestras Las Malvinas?” o el estíptico cronista José Ricardo Eliaschev (no tengo confianza como para llamarlo “Pepe”) quien ya había advertido la cuestión de fondo de la postura, anticipando que el eje del documento era la “autodeterminación” de los isleños, es decir: un indiscutido y elevado gesto cipayo para defender la posición británica en el debate.

No es la intención de esta columna rebatir punto por punto el catálogo de sin razones de los “intelectuales” firmantes entre los que destacan el filósofo y entrenador de vóley femenino Fernando Iglesias o el licenciado en Ciencias Biológicas y ñoqui del área de difusión del Indec, Gustavo Noriega.

Si intento la tarea de dejar sentada mi postura –que por otra parte ya es pública– respecto de la certeza que las Malvinas son argentinas y que es la voluntad de este gobierno y conforme lo indicado en reiteradas oportunidades por Naciones Unidas, recuperarlas a través de un diálogo esclarecedor y constructivo con los usurpadores, quienes en otros casos, como el de Hong Kong, no se valieron de la falacia de la autodeterminación para devolverla a China.

Hago mías las ideas del doctor Marcelo Kohen, especialista en Derecho Internacional, quien ha afirmado que “es un escándalo que el Reino Unido invoque la libre determinación” de los isleños y que con estas maniobras, lo que se pretende es “ocultar que quien dispone de la fuerza impone una situación contraria a derecho”.

“Las islas eran españolas al momento de la independencia y a raíz de una regla universalmente aceptada como lo es la de la sucesión de Estados, lo que era territorio español dependiente de Buenos Aires se transformó en territorio argentino”, añade Kohen en su análisis. Y concluye: “El gobierno argentino tomó posesión de las islas en 1820 (por parte del Coronel de Marina Jewett) y el Reino Unido de Gran Bretaña no protestó, aunque tuvo conocimiento directo del hecho, reconoció a la Argentina y celebró un tratado de amistad con el país en 1825 y tampoco protestó, a pesar de que ya había actos posesorios argentinos.”

Esta es la posición académica de un especialista respecto de la “autodeterminación” que enarbola Gran Bretaña y ahora defiende este grupo de “intelectuales” vernáculos que evidentemente están arrepentidos de que los criollos hayan reconquistado o defendido a Buenos Aires en 1806/7 o de la patriada en Vuelta de Obligado o Angostura del Quebracho en 1845.

Mi mirada, seguramente nada académica, me indica que, sería como llenar la cancha de Boca de hinchas de River, o la cancha de River con hinchas de Boca y después preguntar a los ocupantes a quién pertenecen esas instalaciones…
Pero mi postura, la de Kohen y la de casi todo el mundo, es contraria a la de Gran Bretaña, que se niega sistemáticamente a negociar.
Ningún país le reconoce al Reino Unido propiedad alguna sobre nuestras islas. El propio Comité de Descolonización de la ONU ha llamado varias veces al diálogo sobre el tema. Y nuestra América, la América morena, nos acompaña cada vez con más enjundia en nuestra prédica. Así es hoy. Así era hace casi 180 años, cuando allá por 1833, John James Onslow manoseó el pabellón nacional al arriarlo para poner la bandera británica en su lugar, desalojando a las autoridades argentinas en las islas e impidiendo el regreso de los que tenían negocios allí y circunstancialmente se hallaban en Buenos Aires.
Cito parte de un texto de Marcelo Vernet, descendiente de aquel Luis Vernet que en 1829 fue designado gobernador de las Islas Malvinas.
“El 15 de enero de 1833, Manuel V. Maza, ministro de Relaciones Exteriores, presenta una protesta ante Philip G. Gore, encargado de Negocios británicos en Buenos Aires, haciéndole saber que “el comandante de la corbeta de guerra Clio, de SMB, ha ocupado en las islas Malvinas la de la Soledad, enarbolando el pabellón inglés donde flameaba el de la República Argentina.” Toda la prensa se hace eco de la conmoción que produce la noticia. La Gaceta Mercantil, El Lucero, El Federal oscilan en sus notas entre el estupor y la indignación. Una de las publicaciones de la época es el British Packet, que se edita en inglés y es vocero de los intereses mercantiles de los residentes británicos en Buenos Aires. Realmente se ve en apuros para tratar un tema que no puede evitar y que resulta tan espinoso. En su edición del 26 de enero de 1833 podemos leer: “Parece muy extraño que el Gobierno británico no haya notificado al Gobierno argentino su decisión de tomar posesión de las islas.”

Indignación, estupor y hasta extrañeza de parte del mismo diario que oficiaba de vocero de los intereses británicos. Y sin embargo, estos intelectuales módicos de hoy, apañados e impulsados por los medios que los publican, esgrimen un documento avieso, plagado de inexactitudes y dobleces. Absolutamente contrario a los deseos y sentires de la mayoría del Pueblo Argentino.

Ni el propio Jorge Luis Borges, desde su más profunda anglofilia, se animó a tanto. Por el contrario, en su célebre poema “Juan López y John Ward” rinde un fenomenal homenaje a esa sangre joven derramada en vano, en una guerra inútil y evitable.

Sin embargo, “nuestros intelectuales” –según algunos medios–, munidos de una carga de rencor o interés personal, tratan una vez más de condicionar al gobierno, sirviendo de brazo de palanca para que la oposición multimediática local e internacional haga presión con sus dichos y opiniones y exhiba como un triunfo, las aparentes contradicciones argentinas sobre el tema. Cipayismo básico. Seguramente durará lo que las cenizas de este miércoles. El Pueblo argentino se va a encargar de eso.

Buitres




Era previsible, pero no por eso deja de sorprender: que ante una tragedia de la magnitud de la de Once de hoy, haya ratas como Solanas o Mondino, que aprovechen para llevar agua para su molino.

Ratas a buitres, ávidos de carroña y desperdicios para alimentarse porque ése es el modo que entienden para hacer política: todo es utilizable, hasta la tragedia y el dolor.

Buitres despreciados -cabe decirlo- por el electorado en forma rotunda, justamente porque hace años que vienen haciendo política de este modo, atentos a cualquier cosa (aun la más terrible y dolorosa, como el accidente de hoy) para lanzarnos a la cara el "yo les dije", y -por supuesto- culpar al gobierno, y a la mismísima Cristina.

Cuando todavía no se conocen las causas del accidente (si fallaron los frenos, hubo un error humano o el conductor del tren se descompuso, o lo que fuera), y cuando todavía no se conoce el número definitivo de víctimas y heridos, sin ningún tipo de respeto por ellos y por sus familias, estos personajes salen a pescar a río revuelto.

Sin dejar que la justicia ni nadie investigue, porque no les interesan los resultados ni las conclusiones, el mensaje ya está lanzado: las víctimas murieron por culpa del gobierno, como si la propia Cristina las hubiera ultimado.

Y para que nadie se confunda: si las pericias determinaran que algo falló por falta de controles estatales adecuados, que rueden todas las cabezas que tengan que rodar y que vayan presos todos los que tengan que ir.

Pero eso no quita una coma de lo dicho antes: hay límites para todo, y para elegir con qué cosas y de que modo hacer política.

Aunque inescrupulosos como Solanas (que suspendió por esto su maratón mediática por "el tema de la minería", por la que había suspendido a su vez sus eternas vacaciones) y Mondino (que fue funcionario del menemismo, mientras se desguazaban los ferrocarriles, y estuvo a punto él mismo de rifar las centrales nucleares) sean incapaces de reconocerlos.

Papel Prensa: la Cámara le puso fin a los artilugios de Clarín y La Nación

Por Ignacio Chausis

Además de rechazar las recusaciones planteadas contra los jueces, advirtió a los socios privados de Papel Prensa, Clarín y La Nación, que se abstengan en el futuro de ocasionar “un dispendio jurisdiccional innecesario” bajo riesgo de aplicarles sanciones legales.

Los socios privados de Papel Prensa, Clarín y La Nación, sufrieron un fuerte revés por parte de la justicia comercial en sus intentos por despojar al Estado del control de la única fábrica de papel de diario del país. Dicho revés no tiene que ver solamente con el rechazo a las recusaciones planteadas por los dos diarios –en un expediente interminable, con múltiples incidentes, no es la primera vez que la justicia desestima las presentaciones de los socios privados– sino por el tenor de la advertencia efectuada por los jueces para que tanto Clarín como La Nación desestimen en el futuro la presentación de recursos judiciales cuyo único fin es “retrasar indebidamente la marcha normal del proceso”.

El fallo pertenece a la sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, que con fecha del 25 de enero pasado resolvió rechazar las recusaciones planteadas contra uno de los magistrados que integran la misma, el recientemente nombrado Eduardo Machín. El tribunal resolvió por unanimidad que no existen motivos para que el magistrado, “recusado tardíamente, deba apartarse para decidir el presente planteo”. También rechazó la recusación planteada contra la jueza de primera instancia Cristina O’Reilly, titular del Juzgado Comercial 26, quien como subrogante había habilitado la feria judicial de enero para llamar a una audiencia entre las partes. Los representantes legales de Clarín y La Nación interpretaron esta convocatoria como “prejuzgamiento” a favor del Estado. Para la Cámara, por el contrario, se trató “de una facultad propia del juez, quien puede, en cualquier momento, disponer la comparecencia de las partes”.

Pero más allá de impugnar los planteos, la Cámara hizo una evaluación sumamente negativa de los antecedentes de la conducta de los socios privados. Y es que, para la sala C, las reiteradas recusaciones obedecen a una estrategia judicial elaborada para obstaculizar la marcha del proceso judicial. Según los magistrados, “la manifiesta improcedencia de la recusación planteada no pudo ser desconocida” por los abogados de Clarín y La Nación.

En tal sentido, el fallo exhorta a que Clarín y La Nación eviten, en lo sucesivo, “proponer cuestiones como la que nos ocupa a fin de evitar un dispendio jurisdiccional innecesario, que tiende a desnaturalizar y retrasar indebidamente la marcha normal del proceso, ello bajo apercibimiento de aplicar las sanciones que emanen de la norma legal”.

El fallo lleva la firma de los magistrados Matilde Ballerini y Eduardo Machín. Este último fue nombrado en remplazo del juez José Luis Monti, cuando tomó estado público, en julio del año pasado, la presunta existencia de una cuenta no declarada a su nombre y de sus hijos en el ING Bank de Suiza, por un valor de U$S 1,5 millones. La denuncia contra Monti forma parte de la investigación sobre la “cueva” financiera que funcionaba en el edificio del BNP Paribas ubicado en el piso 27 de Leandro Alem 855, y que lleva adelante el juez federal Claudio Bonadío, y de la cual tomó parte la Unidad de Información Financiera. La justicia busca dilucidar si existe además, el delito de enriquecimiento ilícito.

Denunciado ante el Consejo de la Magistratura, Monti había favorecido a Clarín y La Nación durante el período en que fue miembro de la sala C. En una polémica decisión, por ejemplo, había negado un recurso extraordinario presentado por la fiscal general en lo Comercial, Alejandra Gils Carbó contra la decisión del tribunal de revocar la coadministración judicial en el caso Papel Prensa. También era investigado por su actuación irregular en el acuerdo extrajudicial de Transportadora de Gas del Norte (TGN)

La Nazión y Vicente Palermo a favor de defender la identidad (de los kelpers)


Por Julio Otal Landi

Las columnas de opinión en torno a Malvinas son terribles, se presenta a Argentina como un país que va a arrasar con los derechos ciudadanos de los malvinenses...¡no hay derecho! 
Curiosa postura cipaya que defiende la autodeterminación de los pobladores que son resultado de años y años de usurpación británica, mientras apoya cualquier intervención militar de la OTAN sobre cualquier población "por la democracia".
Si a muchos ya nos termina de dar asco el alto grado de cipayismo de la bruta de Silvina Wagner, (ver nota de opinión del bloc "apoyo kirchnerista"), hoy nos encontramos con la opinión intelectualoide de Vicente Palermo que, en sintonía con el cipayismo de La Nazión, enarbola las banderas por la defensa de la identidad de los kelpers como si se tratase de una especie en peligro de extinción, o como si el Gobierno Nacional procurase sacarlos de la isla y llevarlos a Temaikén...
La nota como la de Wagner y como la de los opinólogos antipatria, postulan la triste posición de los ciudadanos kelpers ante el atropello argentino! ahora estos "pobres kelpers" están haciendo negocios extraordinarios de nuestros recursos naturales, a punto tal de tener el PBI por persona más alto del continente.
Dice Arturo Trinelli, para el suplemento "Cash" el domingo pasado (ver artículo completo):

"en torno de la pesca, los kelpers de posguerra se enriquecieron notablemente, pues las ventas de casi 125 licencias que hacían al año les generaban ingresos de hasta 50 millones de dólares, donde la sobreventa llegó a provocar la merma de algunas especies, como el calamar, poniendo en riesgo la soberanía alimentaria argentina".

" la industria pesquera en Malvinas representa 45 millones de libras, parte de las cuales proviene de la venta del calamar Illex a Asia. Los ingresos por las ventas de esas licencias, el 75 por ciento destinado a esta especie, resultaron un negocio millonario que posibilitó a los pobladores de las islas"

"cabe recordar la iniciativa de conceder 25 años de licencia pesquera a barcos extranjeros que operan en Malvinas, lo cual es una abierta violación a las resoluciones de Naciones Unidas, que reconocen una disputa en torno de las islas y recomiendan posponer decisiones unilaterales sobre las mismas mientras se atraviesa el proceso de descolonización del archipiélago".

No obstante, los columnadiores de La Nazión hacen caso omiso o, peor, se hacen los boludos ante esta realidad de depredación que sufre nuestro territorio usurpado por los piratas desde 1833. Vicente Palermo parte de una postura escepticista sobre la diplomacia argentina:


"Debo decir que soy muy escéptico sobre las posibilidades de que tenga lugar semejante escenario. Gran Bretaña podrá estar en decadencia, pero la opinión pública y el Parlamento tienen una gravitación, la guerra de 1982 es un acontecimiento histórico de primer orden y no siempre lo puede todo el vil metal. En suma, la disposición a mantener las pautas fijadas tras 1982 es y será enérgica".
Imaginense a Vicente Palermo si hubiese vivido en 1810, se hubiese cruzado de brazos y dicho: ¿para que luchar por nuestra independencia si tarde o temprano van a volver los peninsulares a hacer mierda?
Pero lo peor de todo, es la gran falacia que consiste en defender la identidad de los kelpers:
"los isleños, fuera cual fuere su número, tienen una identidad. Hoy, y si las cosas siguen así, también en ese hipotético panorama de transferencia hay una incompatibilidad radical entre conservar la identidad malvinense y ser entregados a los argentinos. No se trata pues de un número, sino de una identidad"
Primero en principal no creo que el problema de los kelpers se trate de identidad o de luchar por la especie (llamen a Greenpeace!) sino que se trata de una cuestión de dividendos que obtienen a partir de la explotación de nuestros recursos. ¿acaso se los obligaría a ser argentinos? ¡horror! obvio, con solo pensarlo a Vicente Palermo se le erizan los pelos del upite. Es terrible que personas "notables" se hagan los boludos cuando hablamos de soberanía. 
"Se afirma que, como británicos, los malvinenses no tienen derecho a la autodeterminación, o que el diferendo no ha sido encuadrado por las Naciones Unidas como uno de autodeterminación de los pueblos, para cerrar el asunto. Pero en verdad el problema es eminentemente político, y sus costados jurídicos son apenas uno de los tantos a considerar. Aunque quizá con otro léxico, la autodeterminación debería estar entre las figuras que integren el conjunto de elementos que le den sustancia a un proceso de aproximación y reconocimiento (comenzando, ahora mismo, por la admisión de que los malvinenses tienen deseos que importan y son sujetos de derechos)".
Qué conmovedor lo que dice Palermo... en todo caso, si prospera este "atropello k" sobre los kelpers, llamen a Angelina Jolie para ver si quiere adoptar algun pobre isleño...
Con cuantos enfasis defiende los derechos de los kelpers, ¿por qué no hizo los mismos con los afganos, los palestinos, los irakíes...? Obvio, son ciudadanos de tercera, barbaros...