Publicado
por GUSTAVO ROMANS
Las
diferencias que el actual líder de la CGT, Hugo Moyano, viene planteando al
Gobierno Nacional, no serían para el espanto de nadie en cualquier país donde
los representantes de los trabajadores no están directamente identificados con
el partido de Gobierno. Pero acá, en Argentina, donde todo lo hacemos muy
original, Moyano es (era) autoridad partidaria del PJ con altos cargos en
Nación y Provincia de Buenos Aires y como tal tenía (tiene) legítimas
pretensiones políticas. Pretensiones (reitero muy legítimas) de influir en las
decisiones políticas del país. Como supongo tiene desde el primero hasta el
último militante político a lo largo y a lo ancho de la amplia alameda
variopinta de ideologías. Así debe ser y está muy bien. Genera desconfianza
cualquier militante que no tenga voluntad de poder para realizar
transformaciones.
Claro,
que el líder sindical más importante de los últimos 15 años, estigmatizado por
una sociedad muy injusta, sabe que es muy poco lo que logrará por la vía
electoral y utiliza el importantísimo poder que brinda ser el número uno de los
representantes de los trabajadores para poner alfiles de su costilla en las
listas cada elección. En la última no le fue nada bien con la cantidad de
lugares obtenidos y decidió que seguiría insistiendo con reclamos legítimos pero
con otro tono de voz y con un poco más de distancia de la Presidenta. Hay que
entender, que los lugares de poder son muy chicos, y cuando alguien decide
correrse de al lado de alguno, automáticamente se pega con otro, porque están
todos apretados y en ese apretuje parece que Cristina Fernandez no está
dispuesta a estar. Así, cada vez que Hugo Moyano, o alguno de sus seguidores
más cercanos decidieron tomar una distancia del proyecto político del Gobierno
Nacional, terminaron cerquita de Barrionuevo, el Momo Venegas, Zanola o
cualquiera de los tantos dirigentes sindicales tan criticados por la sociedad.
O peor aún, el lunes pasado Moyano se sienta a opinar en el programa de TN de
Joaquín Morales Solá, uno de los grandes impulsores de que el camionero fuera extraditado
y preso en Suiza.
Nadie
que sea un trabajador puede estar en desacuerdo con los reclamos que Moyano
realiza. Suba del mínimo no imponible de ganancias, recomposición del salario
familiar, una negociación paritaria que supere los 25 puntos de aumento y el
tan comentado proyecto de reparto de utilidades. Lo que sí se puede presumir es
que si las listas del FPV hubieran contenido un 30% de integrantes de
extracción sindical referenciada en Moyano, esos reclamos podrían esperar.
Puesto que el mínimo no imponible podría ser postergado un tiempo hasta que se
pudiera plantear la Ley de Entidades Financieras y así no desfinanciar una
recaudación del Estado, La ley del reparto de utilidades se dejaría en suspenso
argumentando que sólo beneficiaría al 6% de los trabajadores registrados y el
salario familiar se podría negociar dentro del paquete de paritarias con mayor
flexibilidad. Ahora bien, viendo que la Presidenta (con buen criterio creo yo),
no está dispuesta a compartir con nadie el poder político y la conducción que
le otorgó el pueblo en octubre de 2011, Moyano ve retraso en sus planes de
mayor poder (reitero legítimo) y se siente amenazado por el crecimiento del ala
Kirchnerísta joven que parece ocupar las preferencias de CFK. Por eso reacciona
de la manera que lo hace, con una receta conocida: La Presión.
Sucede
que en la actualidad esa vieja receta de presionar para lograr objetivos
concretos está acotada a muy pocos aliados creíbles, que acompañen una
“movidita” contra un Gobierno Nacional que está fuerte, con buena imagen y con
muy buen pronóstico por parte de la opinión pública. Mientras que Cristina
Fernandez mantiene su alto nivel de aceptación, Moyano decrece, ya que ahora
también corre el riesgo de ser estigmatizado por ciertos sectores del Peronismo
que tienen una alianza estratégica con el Gobierno o simplemente porque están
dentro del proyecto por convicción. De esta manera, los potenciales aliados de
Moyano en un intento de disputa de poder serían los jugadores que menos
representatividad social tienen y los medios hegemónicos, hasta ayer enemigos.
Moyano no es tonto como para reunirse públicamente con Duhalde o Rodríguez Saá.
Por su parte, jugadores como Massa, Bruera o algún Sciolista muy anti K,
todavía no están dispuestos a dinamitar todos los puentes con el Kirchnerísmo.
Una
de las salidas más probables de Moyano, sea el repliegue hacia negociaciones
tranquilas de paritarias y un llamado a silencio a sus lanzadores de misiles.
El viejo consejo del General “desensillar hasta que aclare” y ver como
construye otra grieta que le permita mayor poder, pero con jugadores más
creíbles. La otra opción es insistir en esta forma de reclamo y belicosidad
contra el proyecto político que lidera Cristina y llegar a la ruptura (un
blanqueo) con el ala progresista del Peronismo.
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