martes, 14 de junio de 2011

Contraperiodismo


La nota editorial firmada por Jorge Fontevecchia lleva este título, aunque sin el signo final de pregunta que me tomé la libertad de agregarle. Es un poco como esto de Carlos Corach enseñando ética en Inglaterra: una especie de broma. Me explico:
En su acostumbrado estilo pedantón, solemne y aburrido, el erudito que preside el emporio noticioso Perfil, se despacha esta vez con una parrafada moralista y gorila sobre el supuesto "periodismo puro", mostrado como contracara del periodismo de tinte oficialista, simplificado hasta lo ínfimo en 678. Es decir, Fontevecchia intenta proponer la existencia de una cierta "reserva moral" del periodismo, que según su intencionada fantasía, sería depositaria incontaminada de ciertos valores eternos de la asepsia informativa. Una especie de sanctasantórum de las blancas vestiduras del periodismo independiente.
En ese afán, utiliza un discurso (al que califica sin mucho pudor de "bello") de la candidata opositora y senadora por Córdoba, Norma Morandini, otro de esos ejemplos del ya famoso "contra Menem éramos todos buenos y re-progres". La senadora y candidata a acompañar a Hermes Binner en otra fórmula que dividirá aún más el voto opositor, parece haber dicho al recibir el premio que le otorgara la Academia Nacional de Periodismo,

“Hoy existe libertad, se nos enrostra desde el poder oficial como si se tratara de una concesión generosa del gobernante. Efectivamente: existe libertad, pero se castiga la opinión. ¿Pero quién tiene ganas de verse expuesto a las burlas, los insultos y las descalificaciones de aquellos que ostentan poder, o utilizan los medios del Estado para insultar o ridiculizar a los que piensan de manera diferente? La estrategia de la descalificación personal, el insulto, la burla, ha sido sumamente eficaz como censura, ya que al cancelar el debate plural se impide que se configure el espacio público de las opiniones, ese pacto verbal, fundamento de la democracia. Ser honesto, decir lo que se piensa, se ha convertido en un acto de coraje, lo que revela una sociedad amedrentada”.

Como un opositor modelo 1955, la senadora pide por la libertad. No la libertad del pueblo, que no entra dentro de sus preocupaciones y que, como la de prensa y expresión, no está en peligro ni entredicho; sino la de los empleados de los oligopolios periodísticos para poder difundir sin ser molestados, la bajada de línea que ordenan sus patrones.
Sumado a esto, Fontevecchia imagina a Borges enfrentado al panel de 678 y desgrana (gran citador de frases ajenas) dos chascarrilos antiperonistas del célebre escritor gorilón. Claramente, lo que le molesta al moralismo "profesionalista" del periodismo liberal es que los oficialistas lo sean DE ESTE GOBIERNO. Porque, sin ir más lejos, Jorge Fontevecchia fue oficialista en tiempos de Videla y Massera; así como lo fue en tiempos del menemato, el otro genocidio argentino. Se ve que eso no estaba reñido con la ética del periodismo libre.
Dejando de lado el obvio colaboracionismo del bueno de Jorge durante el período más oscuro y sangriento de nuestra historia y sus servicios prestados a la causa neoliberal que casi destruyó el país, impresiona su actual nivel de colaboracionismo con quienes ejercieron durante décadas otra dictadura: el oligopolio Clarín-La Nación.
Quizás, como a Morandini, Lanata, TNemabum, Zloto o Nelson Castro, lo una a Clarín el odio común al peronismo que gobierna. Ese asco de clase a los procesos populares, siempre tan desprolijos e incontrolables. Quizás, es que se contenta con ser el socio minoritario de una conglomerado que lo excede, prefiriendo las migas que caen de la mesa de los grandes antes que buscar su propio camino en una profesión que, justamente él, se encargó de desprestigiar y embarrar con tanta opereta en favor de genocidas y rematadores del país. 
O quizás todo se reduce a un problema de números en el tema de la pauta publicitaria estatal. No lo sé. El caso es que esta fiebre de "ética", de purismo periodístico sabe a leche de burra y tan sólo estos monumentales hipócritas se creen eso de que son independientes. Y demuestran el calibre de sus mentiras ejerciendo esa misma intolerancia que adjudican a la otra parte. Y condenan a sus propios compañeros por delito de opinión. Por ser "oficialistas de este Gobierno".
Así que como, generalmente, el pedo se lo tiró el primero que se queja, uno tiende a creer que toda esta larga y aburrida saraza desde la corporación periodística empresarial, está diseñada para cubrir una verdad que ya no son capaces de disimular con nada: que son periodistas MILITANTES.
El tema es para quién o qué están militando. Se ve que no es algo que se pueda andar diciendo así nomás. Si hay que disfrazarlo tanto, no será nada bueno.

Publicado por MP

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