miércoles, 18 de mayo de 2011

Pedaleando En El Aire


Por Fede Vazquez

Queríamos que fuera Macri, es verdad. Y creíamos que era un escenario más que posible, deseable. No tanto para estructurar una siempre mítica conformación de dos espacios políticos, con un orden y prolijidad que no se llevan bien con nuestras costumbres patrias más entrañables. No. Porque era una forma de conducir los reclamos empresariales y de una derecha cultural y política que aunque minoritaria, existe y tiene poder, y que desde el retorno de la democracia tiene su mercado electoral. La escena política de los últimos días descubre una cosa tremenda: en qué se convierte la política cuando queda pedaleando en su propia dinámica de, en este caso, selección de candidatos, en qué queda cuando la pregunta de a quien voy a representar se olvida en el fondo del cajón y se reemplaza por la conveniencia personal más transparente y feroz. Es obvio que eso siempre es parte de la política, de cualquier signo y tiempo, el problema es cuando es sólo eso.  No estoy hablando de convicciones que no se abandonan en las puertas (eso es de una épica que está a años luz de las cabezas opositoras), sino de cálculos que al menos incorporen las variables de la representación. ¿A quién quiero representar? ¿Para hacer qué? Si la oposición abandonó el ejercicio de pensar una alternativa económica, por ejemplo, también parece haber dejado de imaginar una alternativa de representación política. Eso que el gobierno fue zurciendo con miles de tensiones: Moyano, Yasky, organismos de DDHH, jóvenes, por poner algunos ejemplos concretos. Algo difícil de encontrar del otro lado. La oposición creyó tener en los sectores medios el actor clave desde el cual retomar la bastilla, pero al final resultó complejo apostar a algo que no es más que una categoría sociológica demasiado nublosa y de casi imposible traducción política.
En estas semanas de candidatos que se bajan, alianzas contra natura que se plantean como obvias y pasos de comedia varios, la oposición puede terminar de perder uno de sus supuestos capitales políticos: "no somos como el peronismo que se junta con el que sea con tal de mantener el poder". Los radicales se enojan cuando se les recuerda la experiencia de la Alianza. Pero....¿otra vez muchachos?  El ideológico y progresista Ricardito Alfonsín entablando conversaciones con De Narváez es todo un barco conceptual a punto de hundirse. Hay una pereza opositora en pensar al país. Por acá ya se habló de la relación poco elegante entre los factores de poder y los políticos de la oposición. Prácticamente, desde el comienzo de la experiencia kirchnerista fueron los primeros (con algunos cambios de titularidad y membresía, claro) los que se pusieron al hombro agendas paralelas o netamente confrontativas con el gobierno. Hubo un momento en que parecía que todo confluía: la 125 con su mezcla de rebelión civil y rebelión institucional en el Congreso más la consolidación de un sentido común anti k parecía abrir la puerta a que toda una clase de políticos  confluyera en la representación de los intereses de sectores sociales y económicos para los que el Estado había llegado demasiado lejos. Pero ahí, justo ahí, los políticos sólo esperaron que la fruta madura les cayera del árbol. Árbol, por otro lado, que tampoco habían plantado ni regado. Siguieron sin pensar, tomaron la agenda mediática así como venía, envasada en origen por una corporación inteligente y sutil como fue el grupo Clarín, pero que como mucho habilitaba la posibilidad de construir un escenario, pero no gobernar. A eso renunciaron sin saberlo desde el 2009. A ser gobierno. El desvarío fue entendido recién cuando la muerte de Néstor puso blanco sobre negro y desparramó energías políticas, militantes y sentimentales que estaban desde hace un tiempo dando vueltas en el aire. Pero antes de eso, la oposición ya no sabía que hacer con su triunfo electoral legislativo, principalmente, porque todavía no descubrieron qué es, sencillamente, el anti kirchnerismo. ¿En qué rosario de medidas económicas, políticas, simbólicas, sociales se puede asentar la oposición?Por eso el punto es junio de 2009 como inicio de debacle opositora. Aún con muchos votos, el grupo A no pudo traducirse en dos o tres banderas. ¿Por qué? Tal vez, y esta es sólo una hipótesis de trabajo, porque los propios sectores dominantes no tienen tampoco una agenda alternativa. El dolor solitario de las prepagas durante esta semana  en que se votó la ley de regulación es sintomático. Porque el elenco opositor, con mejor o menor suerte, logró articular discurso sobre zonas grises del kirchnerismo, que las tiene, es obvio. Inseguridad, INDEC, glaciares o lo que sea. Pero el punto es que no logró construir un discurso alternativo sobre las virtudes del gobierno. Ahí está la cosa. La oposición no puede hablar sobre el gran cambio de estos años, que se pueden presentar como dos. Estado y Economía. Un Estado que vuelve, o que llega por primera vez, sea con una compu a un nene de Catamarca o con una obra de infraestructura millonaria, o con un juicio por derechos humanos, o con el Futbol para Todos. Estado por todos lados. Y una economía con logros indisimulables, donde a pesar de todas las tensiones habidas y por haber la ecuación es que, aún hoy, (casi) todos ganan. De estas dos cosas se pueden poner muchos peros, o sencillamente no estar de acuerdo en que sean buenas cosas. Sin embargo, el problema es que todos los candidatos renunciados o testimoniales no pensaron nada sobre eso, no quisieron ir al nudo, no arriesgaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario