
La
Presidenta participó junto al ministro Lino Barañao del Simposio Internacional
“Fronteras en Biociencia” realizado en el Polo Científico-Tecnológico.
Cristina
agradeció y valoró la distinguida presencia de científicos de todo el mundo,
incluidos dos Premios Nobel.
Durante
su disertación pasó lista a los avances en ciencia y tecnología del 2003 en
adelante.
De
aquella Carpa Blanca de la dignidad docente durante el neoliberalismo, a esta
carpa científica de hoy.
Es
la distancia que media entre la injusticia y la inclusión, entre el atraso y el
desarrollo, entre la angustia y la esperanza colectiva.
Alguna
vez un ministro los mandó a “lavar los platos” y muchos años antes, un dictador
les envió la policía en aquella triste “noche de los bastones largos”.
El
ministro era Cavallo y el dictador Onganía.
La
ciencia en la Argentina fue considerada durante décadas y por distintos
gobiernos, como un artículo de lujo, un plus del que se podía
prescindir en cualquier momento.
No
estaba asociada al desarrollo del país, a su crecimiento, a la inclusión
social, a la producción.
Fueron
los abnegados hombres y mujeres de la ciencia los que pujaban para que así
sea. Pero en esa puja ganaban siempre los malos gobernantes.
En
los años noventa la Argentina implosionó y en el 2001 y 2002, finalmente
explotó. Fue cuando se fugaron los capitales, las fuentes de trabajo, la
cultura, la soberanía y en ese marco caótico, aconteció la fuga de cerebros.
Primero
se fugó el sentido de patria y comunidad. Después se fugó la ciencia.
A
la inversa, hoy debería entenderse que los 890 científicos repatriados en estos
años, el extraordinario aumento presupuestario para los becarios y las
investigaciones, la creación de un ministerio de Ciencia y Tecnología, se
relacionan con la recuperación del sentido de nación y pueblo.
Tenemos
patria, luego, tenemos ciencia. Y así hasta el infinito.
Eso
explica la cantidad y variedad de vacunas de las que hoy disponemos
soberanamente, la fabricación local de genéricos, la clonación de vacunos y
cabritos, el satélite argentino y otros avances.
Para
decirlo más fácil: ¡Eso explica la existencia de Tecnópolis!
Los
argentinos debemos valorar esta construcción colectiva.
Cuando
la Presidenta dice, como dijo ayer, que las tres políticas de Estado son
la defensa de los Derechos Humanos, el Crecimiento económico con
inclusión social y la Ciencia y la Tecnología, está resignificando el valor de
la vida.
Valorar
el país que hoy tenemos evitará que los que roban artesanías precolombinas,
como el funcionario de Macri o hacen lobby contra los intereses soberanos de la
patria, como Alberto Fernández, vuelvan a robarnos la esperanza.
El Argentino, martes 24 de abril de 2012
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