Era previsible, pero no por eso deja
de sorprender: que ante una tragedia de la magnitud de la de Once de hoy, haya ratas como Solanas o
Mondino, que aprovechen para llevar agua para su molino.
Ratas a buitres, ávidos de carroña y
desperdicios para alimentarse porque ése es el modo que entienden para hacer
política: todo es utilizable, hasta la tragedia y el dolor.
Buitres despreciados -cabe decirlo-
por el electorado en forma rotunda, justamente porque hace años que vienen
haciendo política de este modo, atentos a cualquier cosa (aun la más terrible y
dolorosa, como el accidente de hoy) para lanzarnos a la cara el "yo les
dije", y -por supuesto- culpar al gobierno, y a la mismísima Cristina.
Cuando todavía no se conocen las
causas del accidente (si fallaron los frenos, hubo un error humano o el
conductor del tren se descompuso, o lo que fuera), y cuando todavía no se
conoce el número definitivo de víctimas y heridos, sin ningún tipo de respeto
por ellos y por sus familias, estos personajes salen a pescar a río revuelto.
Sin dejar que la justicia ni nadie
investigue, porque no les interesan los resultados ni las conclusiones, el
mensaje ya está lanzado: las víctimas murieron por culpa del gobierno, como si
la propia Cristina las hubiera ultimado.
Y para que nadie se
confunda: si las pericias determinaran que algo falló por falta de
controles estatales adecuados, que rueden todas las cabezas que tengan que
rodar y que vayan presos todos los que tengan que ir.
Pero eso no quita una coma de lo
dicho antes: hay límites para todo, y para elegir con qué cosas y de que
modo hacer política.
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