lunes, 5 de diciembre de 2011

Por Suerte El Grupo A No Fue Una Murga


Gerardo Fernández
 
Una de las demostraciones de cómo el radicalismo fue copado por sectores muy alejados del campo nacional y popular lo constituye la declaración del senador Gerardo Morales en un canal de cable cuando refiriéndose al fracaso estrepitoso de los diversos grupos opositores dijo "Fuimos una murga". Entre los tantos elementos reaccionarios que esa afirmación posee se destaca principalmente el tufo ranciamente gorila ya que por un lado desconoce la historia y el funcionamiento de una murga, y por otro, la prejuzga desorganizada y carente de toda orientación. Típica caracterización de las clases medias que ha calado como concepto, incluso hasta en el mundo futbolístico donde más de una vez se ha escuchado a hinchas decir que un equipo sin plan de juego es una murga.

En Argentina y muchos otros países las murgas están ligadas a las festividades de carnaval y tienen como elemento distintivo la parodia y la crítica por parte de los sectores populares a las clases dominantes y los gobiernos de turno. Son manifestaciones populares que contrariamente al prejuicio de Morales se han destacado por tener un plan de trabajo y buena organización para llevarlo a cabo. Precisamente esto último es lo que le faltó al ya emblemático Grupo A, porque si bien tuvo un plan de trabajo ambicioso como la desfinanciación del Estado y la instauración de un gobierno paralelo con sede en el Congreso y oficinas administrativas en Tacuarí 1846, careció de una organización que le posibilitara concretarlo.

En contraposición a este espectáculo decadente de las patrullas perdidas de los noventa, el fenómeno murguero pone de relieve la capacidad de los sectores populares para organizarse durante un año ensayando al menos una vez por semana y procurándose luego los recursos para financiar la vestimenta y el transporte durante el mes de salidas. Las murgas pueden gustar más o menos en lo referido a cuestiones musicales y danzantes, pero eso ya entra en otro tipo de debate, más de tipo artístico. Lo que no se les puede dejar de reconocer es la seriedad con que encaran el trabajo día tras día.

Por eso da tanta pena esta afirmación de un dirigente importante del radicalismo, porque se afinca en una mirada que sigue despreciando al fenómeno y hasta si se quiere estigmatizándolo. O quizá sea que uno sigue esperando el renacer de ese radicalismo que presume más ligado a los intereses populares y en buena medida contradiciendo en parte a esas miradas elitistas que en última instancia nunca admitieron que los sectores populares tuvieran capacidad de organizarse en torno a un proyecto y sólo le reconocen virtudes organizativas en lo referido al delito y a cierta planificación con fines obviamente oscuros de la mendicidad, como cuando las viejas dicen que no hay que darle monedas a los pibes en los subtes porque después se las dan a sus padres y otros mayores que especulan con su trabajo.

Es que para cierto conchetaje los pobres sólo pueden organizarse para ejecutar el mal...

Así ven a todo lo que venga de abajo. Lo miran con desprecio, con ese asco exacto con que han visualizado todas las movilizaciones populares del último siglo, desde la "chusma" en tiempos de Yrigoyen,  hasta los movimientos piqueteros pasando por los "cabecitas negras" en tiempos del primer peronismo.


Por eso podemos concluir alegrándonos de que el Grupo A no haya sido una murga. Le hubiera ido muchísimo mejor y ni te cuento el daño que le habría causado al país...

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