miércoles, 22 de diciembre de 2010

Editorial Caras Y Caretas – Diciembre 2010


Por Felipe pigna.

hace mucho que no se veía un chantaje político como el de estos días. Tal como amenazara una de las dirigentes más mediáticas de la oposición, la no aprobación del Presupuesto se convirtió en lo que ella considera el gran instrumento de presión para obligar al Gobierno a cancelar programas sociales y avanzar en la profundización del modelo productivo. La estrategia elegida, una denuncia de intento de soborno para aprobar la ley de leyes, no fue muy feliz para alguien que proviene del espacio político que se hizo famoso no por sus logros en el Poder Ejecutivo sino por sus sucesivos fracasos y por el uso de la tarjeta Banelco para comprar conciencias y obtener la aprobación de una ley que echaba por tierra las pocas conquistas históricas del movimiento obrero que habían sobrevivido al tsunami menemista. La diferencia es que esta vez no pudo demostrarse nada, salvo la evidente voluntad de ensuciar el debate y postergar sin fecha la aprobación del Presupuesto. Acompañó entusiastamente en las denuncias a la diputada que descarrió, la actual legisladora y otrora ministra de Trabajo de aquel gobierno “inolvidable”. Claro que sus voces, sus estrategias, no les son propias ni mucho menos exclusivas, provienen de instancias más altas que, como en otros momentos de la vida política argentina, operan por fuera del sistema democrático, calumniando, mintiendo, intentando perjudicar la imagen argentina en el exterior. Es lamentable que actores políticos de la democracia se presten a ser representantes de estos intereses renunciando a cumplir con su obligación de presentar propuestas. Si tomamos cierta distancia, la situación es aún más patética porque no es normal en ninguna democracia que la oposición se dedique solamente a oponerse. Escasean, por ser generosos, las propuestas de las bancadas opositoras, casi no existen pese los centenares de minutos de los que disponen en los medios afines. En fin, es la ausencia de la política, la chicana reemplazando el debate, la bofetada ante la ausencia de argumentos. Bofetada propinada a un diputado nada menos que por la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, mujer cuestionada reiteradamente por los otrora guardianes de la moral y las buenas costumbres, atentos ante cualquier “desprolijidad” por parte del oficialismo, pero solícitos y comprensivos ante la inexplicable actitud de la diputada casada con el hombre que en pleno menemismo proponía, sin demasiado entusiasmo, y sin ningún éxito, que “había que dejar de robar por dos años”. Todo aquello parece olvidarse en honor a resaltar la obediente línea promovida por otra descarriada diputada que antes decía detestar la violencia y hoy no puede parar de reírse frente a la sonora cachetada mientras “sesudos” periodistas no le recriminan nada y ni siquiera le repreguntan.
Todo esto se da en un marco de absoluta desorientación de la oposición, que creyó ver en la muerte Néstor Kirchner su gran oportunidad de terminar con el modelo y se encuentra con todo lo contrario. Sería muy deseable que la Presidenta se mantenga en esta línea de no responder a las agresiones y las evidentes operaciones de sus adversarios y continúe en el mejor camino posible, que es responder con hechos concretos a las confesiones de impotencia de esos sectores. Profundizar el modelo, caminar hacia la inclusión social, el pleno empleo, la inversión en salud y educación y la verificación del empleo eficiente de esos recursos, consolidar la relación con los países latinoamericanos, nuestra presencia en la Unasur, la promoción desde el Estado de la Justicia con los asesinos y ladrones de la dictadura. Todas estas cosas son las que irritan a los operadores políticos del poder que malversan su rol natural de representantes del pueblo que los votó. Cuando la política se deja de gestar a partir de las demandas y necesidades populares para concebirse a partir de la voluntad del poder hegemónico pasan estas cosas, se pasa de la política a las operaciones políticas que en general tienen patas cortas.

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